La vergüenza me tiñe la cara de
amarilllo unas veces y de morado-rojizo otras.
¿Por qué soy tan perezosa ahora que,
se supone, tengo tiempo? Pues no, no tengo tiempo, me llevan de un
lado para otro y no me dejan el reposo suficiente para meditar mis
escritos.
De hoy no pasa. Hay que revisar las
fotos porque los recuerdos se desvanecen pero vuelven con fuerza.
Renuncio a una crónica ordenada y voy
a salto de mata dando unas pequeñas pinceladas. ¿Habéis notado cómo se parece esta foto a la última de Almería? Somos los mismos, estemos donde estemos.
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